Cómo quitar la ansiedad: MAYOR ORACIÓN, MENOR PREOCUPACIÓN

Como quitar la ansiedad

“Si oráramos y obedeciéramos más a Dios, seríamos más felices” Hernán  Marín Valencia

Mandato y promesa del  Señor Jesús: “…no os afanéis…más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:25; 31,33).

Mandato del apóstol Pablo: “Por nada estéis afanosos, sino sean   conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego con  acción   de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa   todo entendimiento,   guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Fil 4:6-7).

¿Cuándo fue la última vez que desobedecimos este mandamiento y cuál fue la causa de nuestra preocupación?

Definición

Preocuparse es, según el Diccionario de la Real Academia Española, “ocupar algo antes o anticipadamente”; de donde podemos definir la preocupación como tener la actitud de ocuparse con insistencia en algo antes de que suceda  lo que causa desasosiego o temor. No debemos confundir la preocupación con la planeación o con vivir ordenadamente (I Corintios 14: 40).

Es bueno precisar que no toda preocupación resulta nociva o pecaminosa. Ante sucesos difíciles, es irremediable y humano sentir inquietud y  por eso es tan importante descansar en Dios y en las promesas de su Palabra (Mt.11:28-29).

¿Dónde se origina la preocupación?

Primero, en nuestra incredulidad, al no creer que Dios puede suplir todas nuestras necesidades y carencias y que para Él nada es imposible (Fil.4:19).

Nuestras preocupaciones también se originan al  tomar malas decisiones,  al no haberlas consultado con Dios en oración, por ejemplo malas decisiones en el área financiera, afectiva, laboral, empresarial y otras más. Nuestros abuelos, que no sabían mucho de la Biblia, ante decisiones y desafíos decían: “Haré esto o aquello si Dios quiere”  (Santiago 4: 14-15).

Es apropiado reconocer que hay preocupaciones que se originan en acontecimientos imprevistos, cuyo control se escapa de nuestras manos. Por ejemplo, la pérdida de nuestro trabajo o de un ser querido, una tragedia ocasionada por un desastre natural como un terremoto, una tempestad o por una enfermedad grave. Si estas cosas nos suceden, el grado de preocupación manifestado tendrá mucho que ver con el nivel de amistad con Dios que tengamos en ese tiempo.

Ejemplos  Personales

Si les dijera que no me preocupo por nada, les estaría mintiendo, lo que si puedo afirmar es que cada día me preocupo menos mientras más conozco al Señor y decido descansar en sus promesas.

Hace ya cinco años cuando en la Junta Directiva Nacional de CENFOL se decidió que me trasladara con mi familia a España para iniciar en esta nación el Ministerio, varios compañeros y amigos se preocuparon y me dijeron que era mejor que no viajara porque: “ y si….no se puede fundar el Ministerio, si nadie va a creer, si te devuelven las autoridades,  si aguantas hambre y que tu edad”, etc.

Todas esas preocupaciones eran apreciadas, válidas y sinceras, pero con mi esposa nuestra respuesta fue: “Muchas gracias por preocuparse por nosotros pero la única manera de saber como sucederán las cosas es viajando y lo más grave que nos pueda pasar es que tengamos que regresarnos y si eso sucediera nos quedaría la satisfacción que por lo menos lo intentamos”.  Han pasado ya cinco años y el 15 de noviembre de 2009  celebramos nuestro V Aniversario de actividades en España llenos de gratitud al Señor por su respaldo en todas las áreas.

También a mis  63 años de edad y habiendo  vivido en ocho ciudades diferentes, me dicen mis amigos ¿Y qué va a hacer cuando  esté más anciano y  ya no pueda trabajar igual que ahora?, ¿dónde va a vivir?, ¿de  qué va a vivir?  Mi respuesta es: Cuando llegue ese tiempo, confío en que  mi Padre Dios  se ingeniará la manera de seguirme bendiciendo y proveyendo para todas mis necesidades y las de mi familia.

Lo anterior no quiere decir que no se cotice para obtener una pensión, se ahorre, se procure tener vivienda propia, siempre y cuando esas decisiones no nos roben la paz y la vida en abundancia que el Señor Jesús nos promete (Juan 10: 10).

Aplicación

Si tenemos serias preocupaciones identifiquemos la causa, y si es como consecuencia de malas decisiones, pidamos perdón a Dios, asumamos la responsabilidad por las consecuencias y oremos al Señor para que tenga misericordia de nosotros.   1 Pedro 5:7.

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