Muchas veces pasan los días, los meses, el año, más años y las promesas que tenemos de Dios parecen no llegar, a mi también me pasa y digo: -¿qué pasa con aquello que por medio de tus profetas y en Tu Palabra me prometiste?, mi corazón también pasa momentos de tristeza, frustración y desanimo, pienso si estoy haciendo algo mal, si es que estoy en pecado y me examino y lo confieso, bueno hago varias cosas pensando en esa promesa anhelada que veo que no llega y pienso ¿Por qué?. Pero cuando leo 2º Crónicas 6 y veo la alegría de Salomón al ver cumplida la promesa de Dios a su padre David por la construcción del templo me digo, oh mi Dios! He ahí la solución al asunto, no siempre es un pecado inconfeso u otros pensamientos que se nos pasan por la cabeza, encontré respuesta en este pasaje. Y es que cuanto nos cuesta planear, trabajar, esforzarnos por ello, creer y llegar a ver tus promesas cumplidas no al otro día, ni al siguiente mes, ni siquiera al siguiente año, porque pueden pasar años, pero nosotros somos inmediatos y lo queremos todo ya.
Cuando David quiso construir el templo, Dios le prometió que no lo construiría él, porque había derramado mucha sangre, que lo construiría su hijo Salomón, David acepto sin rabias, lo acepto en obediencia sin celos por ser su hijo y no él quien fuese a construir el templo, 1º lección que aprender. Sin embargo, no por ello David se quedaría quieto esperando a que todo se diese por sí solo, pues su hijo era aún muy jovencito para asumir tal responsabilidad, sino que empezó a hacer todos los preparativos, reunió los fondos, los materiales, asigno delegaciones y arreglo los servicios de adoración para la hechura del templo, para que Salomón, llevará a cabo esa tarea, dejo hecha toda una planeación y labor administrativa antes de morir.
Cuando David murió, Salomón duro siete años construyendo el templo, siete sin contar toda la labor hecha por su padre antes de morir. A lo que voy es que las promesas de Dios si llegan pero no necesitan solo de nuestro reposo en El, sino de nuestro trabajo, de nuestra planeación, de nuestro esfuerzo, de nuestro querer como el hacer para que se lleven a cabo, NECESITAN DE NUESTRAS MANOS. Hay momentos donde ciertas promesas implican el quedarnos seguramente quietos, pero quietos no implica que no nos movamos físicamente a hacer lo que humanamente nos corresponde.
Me gusto mucho este pasaje porque muestra claramente el júbilo de un hijo cuando manifiesta a un pueblo lleno de alegría y alabanza que hay un Dios real y les dice dos cosas: “EL SEÑOR HA CUMPLIDO SU PROMESA TAL COMO DIJO” Y “NI EN EL CIELO NI EN LA TIERRA HAY UN DIOS COMO TÚ, QUE CUMPLES TU ALIANZA…QUE HAS CUMPLIDO LO QUE PROMETISTE A DAVID, MI PADRE, UNIENDO ASÍ LA ACCIÓN A LA PALABRA EN ESTE DÍA.”
Para terminar quiero hacer énfasis en esto último: UNIENDO ASÍ LA ACCIÓN A LA PALABRA. Dios no es un Dios de solo Palabras, que habla solo por hablar como nosotros, que dice voy a hacer y no lo hace, SU PALABRA VA UNIDA A LA ACCIÓN…ES UN DIOS REAL QUE CUMPLE LO QUE PROMETE. Así que levántate y no te desanimes, DIOS CUMPLIRA LO QUE HA PROMETIDO PERO NECESITA TUS MANOS.
Señor nuestra plegaria hoy es que nos permitas ver que el reposo y la quietud, no implica que no planeemos, ni nos esforcemos, que tus promesas son reales y perdónanos porque a veces sentimos y pensamos que ya no van a llegar y el desanimo se apodera de nuestro corazón, enséñanos también a comprender que Tú tienes tu tiempo y Tú tiempo siempre será mejor que el nuestro, ayúdanos a no desesperarnos porque esa promesa tan anhelada no llega, enséñanos a utilizar nuestras manos en medio del reposo y danos el descanso y la fe para saber esperar. ¡Gracias Señor!