Aprende a Conversar con Dios Como un Amigo – Parte 2

“Dios no está más lejos de usted que a la distancia de una oración”.[1]

En el mensaje anterior hablamos del deseo de Dios por ser nuestro amigo íntimo y no un amigo ocasional.  Y definimos unos pasos necesarios para iniciar y desarrollar una amistad con Dios: Primero, desear su amigo. Segundo, apartar tiempo para conversar, escuchar y compartir todo tipo de situaciones, emociones y vivencias con El.   Tercero, tener fe para creer en su existencia.  Y por último, invitar a Jesús en el corazón,  pues sólo por medio de Jesús podemos acercarnos a Dios con plena libertad y confianza e iniciar una amistad  con Él.

En esta meditación trataremos el significado de la oración.

Puede ser que al día de hoy tengas una visión equivocada de lo que significa orar.  Algunas personas piensan que orar es repetir una serie de frases u oraciones aprendidas o que para orar es necesario arrodillarse, cerrar los ojos, estar sólo, etc.  Lo cual no es del todo real.  No quiero decir que arrodillarse, cerrar los ojos o estar a solas con Dios este mal, son actitudes o condiciones que son importantes pero no siempre son necesarias para orar.  Orar no es algo mecánico ni inflexible.

Orar debe ser lo más natural del mundo, es similar a hablar abierta y sinceramente con un amigo en el que confía.  Es conversar con Dios de todas las cosas grandes o pequeñas que suceden en tu vida, de lo que sientes o piensas en determinado momento, de tus frustraciones, debilidades o motivos de alegría.  El salmo 139: 1-4 dice: “Dios mío, Tu me conoces muy bien; ¡sabes todo acerca de mi! Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; ¡aunque esté lejos de ti, me lees los pensamientos!  Sabes lo que hago y lo que no hago; ¡no hay nada que no sepas! Todavía no he dicho nada, y tú ya sabes que diré”

Entonces, te puedes preguntar: ¿porque es necesario que yo le cuente a Dios lo que El ya sabe? Pues aunque Dios sepa todo de ti, El quiere escuchar de tu boca cada situación que vives.  Dios te dice: “Paloma mía, que te escondes en las rocas, en los altos y escabrosos escondites, déjame ver tu rostro, déjame escuchar tu voz.  ¡Es tan agradable verte! ¡Es tan dulce escucharte!”[2]

Para Dios es agradable escucharte… Sin embargo, para desarrollar una verdadera amistad con alguien es necesario no solo hablar de ti, sino también escuchar al otro con atención, esto fortalece el conocimiento y  el vínculo afectivo de una relación. No se puede amar o sentir afecto entrañable por alguien a quien no se llega a conocer.

Podemos comparar la amistad con Dios con la comunicación en la relación de pareja.  Si observas las relaciones de pareja de amigos que conoces e incluso la tuya propia, puedes darte cuenta que una buena relación de pareja tiene la virtud de hablar con libertad y sinceridad de todas las cosas.  Mientras que la mayoría de las parejas que se rompen no tienen un buen nivel de comunicación, viven entre muros que les impide comunicarse abiertamente.

Gary Smalley, experto matrimonial, dijo que una relación saludable en el matrimonio requiere una hora de comunicación diaria.  Esto asegura el continuo desarrollo y profundidad en las relaciones.[3]  ¿Esta clase de profundidad en la relación de pareja se podría dar si solo se comunicarán el uno al otro en casos de emergencia?  Seguramente que no.  De igual forma, sucede con Dios, si te comunicas con El solo en casos de emergencia, no lo puedes llegar a conocer y disfrutar de su maravillosa amistad.

Podemos concluir hasta aquí que orar es conversar con Dios como un amigo de forma espontanea, sincera y sin reservas, pues no tiene sentido ocultar ciertos pensamientos, actitudes o comportamientos a Dios cuando El lo conoce todo de ti como decía el salmista.  También que para Dios es agradable escucharte y disfrutar de tu compañía.  Y por último, para que tu relación de amistad con El crezca es necesario del tiempo y la disposición.  No se puede desarrollar una relación de amistad con Dios y conocerle si vas con prisas.

En la siguiente meditación trataremos algunas pautas que nos ayudarán a mejorar nuestra actitud hacia la oración.

 

Lluvia de bendiciones sean para ti,

Mary

 


[1] William A. Ward

[2] Cantares 2: 14 Biblia Dios Habla Hoy

[3] Tomado del libro “compañeros de oración” de John Maxwell. Pág. 26

 

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