Nuestra razón y la fe se pelean constantemente…

Ocasionalmente nos suceden situaciones que no esperamos y ante las cuales no nos sentimos todo lo preparados que quisiéramos para hacerles frente. Momentos en los cuales nos invade el temor, la impotencia, la tristeza y la frustración. Pablo nos narra a través de sus cartas en el nuevo testamento las incontables luchas a las cuales se enfrentó, ocasiones en las cuales percibió la muerte cercana, la soledad, la traición, la injusticia y la aflicción. No obstante, nos dice de forma inexplicable a la razón:

“Hay dolor en nuestro corazón, pero siempre tenemos alegría. Somos pobres, pero damos riquezas espirituales a otros. No poseemos nada, y sin embargo, lo tenemos todo.” (2 Corintios 6:10 – NTV).

Te preguntarás como ante el peligro de muerte o estando encarcelado podía expresarse de tal manera. ¿En dónde radicaba el secreto de Pablo para en medio de las pruebas hallar paz y gozo?

Su secreto estaba en donde concentraba su pensamiento y en lo que decidía creer. Su fuerza y actitud para hacer frente a las circunstancias adversas venían de la gracia de Dios, de meditar -enfocar atentamente su pensamiento- en las verdades eternas, en lo que Dios dice en su Palabra, en sus promesas. Su esperanza se mantenía viva gracias a la confianza que depositaba en esto. Sin embargo, en sus escritos también nos narra cómo pasó muchos momentos en los cuales vivió una fuerte batalla en su interior entre su fe –la manera de Dios- y su razón –sus propias pautas e impulsos independientes de Dios-:

“He descubierto el siguiente principio de vida, que cuando quiero hacer lo que es correcto, no puedo evitar hacer lo que está mal. Amo la ley de Dios con todo mi corazón, pero hay otro poder dentro de mí que está en guerra con mi mente.” (Romanos 7:21-23 – NTV).

Y es que nuestra razón y la fe viven en un conflicto constante. Pero al igual que Pablo, cada uno de nosotros tenemos la gracia de Dios y con ello la posibilidad de decidir que alimentamos más en nuestra mente, si a la fe o a nuestros propios razonamientos.

Así que, aunque no siempre decidimos lo que nos puede suceder, si podemos decidir qué actitud tomar ante cada situación. Podemos decidir en qué enfocamos nuestro pensamiento, ya que los pensamientos son la antesala de la actitud y del comportamiento. Isaías 26.3 nos dice, que la paz viene a nuestro corazón cuando nuestro pensamiento persevera en los pensamientos de Dios, en sus verdades. Y lo cierto es, que cuando tenemos paz en nuestro interior podemos pensar con más claridad sobre las salidas a una situación difícil que cuando la angustia y la ansiedad nos invaden, nos dominan.

Amigos lo que permitimos entrar en nuestra mente determina lo que decimos con las palabras y las acciones.

«Pues lo que temo viene sobre mí, y lo que me aterroriza me sucede.» (Job 3:25 – NTV).

Tú decides en que concentras tu pensamiento, a qué le otorgas más poder y en qué o quién decides confiar en tiempos de adversidad. Deseo en oración que la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento inunde tus pensamientos en el nombre de Jesús.

PALABRAS DE ALIENTO
-M.S.D-

Comments(3)

  1. fernnado caebezas romero 

    Quiero alcanzar un deseo de mi corazon pero tengo esta lucha …le pedi a Dios que me hable y en el primer intento encontre este mensaje… gracias Dios les bendiga.

  2. Verito 

    Me siento muy privilegiada de pertenecer a la iglesia Cenfol, gracias por todas sus enseñanzas, Que Dios todopoderoso les bendiga siempre… Un abrazo

  3. Zacarías 

    Muy buenas palabras. Gracias.

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